No
sé cuantos años hemos estado en el polideportivo de los Antonianos. No estoy seguro,
pero creo que empecé en 2004 o 2005. Ese ciclo se ha terminado. Se ha terminado
para la Asociación Cultural Watatsumi Aikido, pero, sobre todo, se ha terminado
para mí. En general, hemos estado a gusto, pero quizá mejor al principio que
estos últimos años. ¿Por qué? Es complicado responder a esa pregunta. Teníamos
una relación más personal con Karmele, la directora de Eurosport. Karmele es
una profesional del ámbito deportivo, y quería que nos salieran bien las cosas.
Nos entendía. Era comprensiva. Tuve un único alumno durante varios meses, y
Karmele nunca dijo nada. Nunca le oí la más mínima queja. Me sentía más libre.
Hay varias razones, pero no me extenderé en ellas.
Hace
unos tres años, por consecuencias de la crisis, Karmele tuvo que dejar los
espacios que alquilaba al colegio. Y las cosas se complicaron bastante. Tuve
que hablar y negociar con el gerente del colegio. Pero yo no tenía ningún
argumento: le daba igual si nos quedábamos en la calle. ¿Cómo negociar si a la
otra parte no le importa en absoluto tu situación? Al principio, ni siquiera
nos aseguraba el sitio. Y empecé a peregrinar de un sitio a otro buscando un
lugar donde practicar. Hablé con el gerente del Patronato Deportivo
(polideportivo municipal) y con alguien de la ikastola, y me reuní con el
gerente del colegio de La Salle. En vano. Ninguno mostró interés alguno. En La
Salle, nos pedían 30 €/hora, ¡hace tres años!
Finalmente,
nos quedamos en el polideportivo de los Antonianos, pero con varias
consecuencias: por una parte, el alquiler era bastante alto; por otra parte,
íbamos a tener la misma preocupación cada año (¿seguiríamos allí?); y
finalmente, y sin duda lo peor, perdí la clase de aikido infantil. Los entonces
director del colegio y responsable del deporte no se interesaron cuando les
pedí hablar con ellos, cuando les pedía que asistieran a la última clase del
curso, cuando quise explicarles los beneficios del aikido para niños y niñas.
Yo quería que promocionaran el aikido entre los alumnos, pero no lo conseguí.
De hecho, entonces, se ofrecía judo infantil en todos los colegios de Zarautz,
excepto en Antonianos. El curso siguiente a la marcha de Karmele las cosas
cambiaron. Hoy en día, también Antonianos ofrece clases de judo a sus alumnos.
Estos
años hemos logrado aguantar, pero he tenido que poner dinero de mi bolsillo más
de una vez. No quiero hacer una fortuna con aikido. Pero tampoco quiero ni
puedo perder dinero. Me conformo con sacar algo para asistir a cursos y poder
seguir formándome. Me conformo con eso. Y un día, de repente, estando así las
cosas, surgió la posibilidad de ir a otro sitio, y no me lo pensé dos veces.
Ya
estábamos en septiembre, y en mitad del curso anual de iniciación. Decidí que
nos iríamos en octubre, y mis alumnos aceptaron unánimemente. Este lunes era el
último día de septiembre, y por tanto, el último día que practicaríamos en
Antonianos. Y anteayer, miércoles 2 de octubre de 2013, dimos la primera clase
en Euromar Pilates.
Recogimos
nuestras cosas del tatami: el retrato de O’Sensei, los bokken, los jos… Apagué
las luces y cerré la puerta por última vez. Y no sentí nada especial. Me duché
y salí del vestuario, y sin mirar atrás dije adiós a las limpiadoras y salí a
la calle. Interpreté esa sensación como una señal de que estábamos haciendo lo
correcto.
Yo hace
tiempo que conozco nuestro nuevo lugar de práctica. Ahí damos las clases de
aikido infantil. Este es el tercer año que damos las clases Ion Iriarte y yo, y
estamos muy contentos: ¡casi no hay sitio para más aikidokatxikis! Sin embargo,
me quedaba la duda sobre la reacción que tendrían mis alumnos adultos. El espacio
es un poco menor, sí. No hay tatami, sino unas planchas bastante delgadas. Pero
hay más altura. ¡Por fin podremos practicar buki waza! En definitiva, perdemos algo,
sí, pero lo que ganamos es mucho más importante.
Un
poco de historia: el final de un ciclo y principio claro, pues: Euromar Pilates será nuestro
nuevo hogar.
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