El objetivo del curso era recaudar dinero para ayudar a las
arcas del club de aikido Amagoia, que están bajo mínimos. Otro de los efectos
de la crisis que conocemos en todos los clubes y asociaciones. Sin embargo, la
convocatoria no tuvo el eco deseado en el propio club, sabiendo la cantidad de
alumnos que asisten a las clases de sus cinco profesores. Aún quitando los que
puedan estar de vacaciones, me pareció que la asistencia fue muy reducida por
su parte. Francamente, no sé cuánto recaudaron en el curso, ni cuanto quedó
después de abonar el uso de las instalaciones. Esperemos que no haya sido lo
comido por lo servido y podamos darnos un poco por satisfechos con lo que cada
uno aportó, teniendo en cuenta el casi simbólico importe del curso.
Por otra parte, los organizadores deben plantearse (y me
consta que lo harán, si no lo han hecho ya), en primer lugar, si han elegido la
fecha adecuada y, en segundo lugar, si el formato en dos sesiones fue el
correcto, ya que por la tarde el número de asistentes fue casi la mitad que por
la mañana.
El curso en sí consistió en dos sesiones, con una
carga de trabajo muy bien gestionada por José Luís Martínez, lo que nos
permitió centrarnos en el estudio de las formas que iba proponiendo desde el
centro del tatami. El mayor desgaste físico fue consecuencia del calor. Los que
conocen el centro saben que apenas hay corriente, y hasta que conectan el aire,
puede hacerse un poco difícil en los días de calor. Sin duda, sudamos la gota
gorda. No éramos muchos y disponíamos de bastante espacio, así que no había
ningún problema a la hora de tomar ukemi.
Con su habitual tono divertido y didáctico, José
Luís propuso un trabajo muy básico, sin insistir demasiado en la elaboración de
muchas técnicas con cada ataque, como él mismo explicó. Su intención era que el curso fuera ameno y que todos nos
lleváramos un buen sabor de boca. Y así fue: el ambiente fue muy distendido,
prácticamente el de una de sus clases en Amagoia.
Ai hanmi katate dori, shomen uchi, ushiro ryote
dori… ikkyo, shiho nage, kote gaeshi, ude garami, juji garami, koshi nage… Lo
suficiente para pasar un buen rato, al tiempo que asimilábamos algún que otro
detalle novedoso que aplicar en nuestra práctica diaria. Asimismo, la
referencia permanente al ken facilitó mucho la comprensión de diversos
movimientos y conceptos. El ken estuvo gran parte del tiempo en manos de José
Luís para ilustrar y justificar los desplazamientos, mae, hanmi, etc.
Al final de cada sesión, un poco de trabajo de
armas, para suavizar la marcha, para introducir algo diferente. En la sesión
matutina, aprendimos los nombres de diversas posturas y cortes. Trabajamos un
sencillo kumi tachi que combinaba varias de esas posturas y que sirvió para
cortar por un momento el ritmo de ukemis que estábamos llevando.
Posteriormente, propuso algunas técnicas en tachi dori: kokyu nage, kaiten
nage…
Por la tarde, en cambio, propuso otro de los trabajos que
desarrolla habitualmente en el tatami: tori ataca con el tanto, uke sujeta la
muñeca de tori para aplicar una técnica, y es tori quien la ejecuta. Es otro
punto de vista al que no se suele dar importancia excepto en alguna que otra corriente
de aikido. El manual Budo de O Sensei da bastantes pistas sobre este concepto.
Para finalizar, kokyu dosa y todos a la ducha.
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Foto de grupo de los asistentes de la tarde |